A cien metros del crucero que conduce a la sindicatura de San Juan, sobre una pequeña colina se encuentra una sombría campiña, que para muchos es el hogar del mismo diablo.
Cuenta la leyenda, que hace mucho tiempo, por el año 1840 llegó a San Ignacio Don Bernardo Escobosa, un mercader que trajo consigo telas, espejos, perfumes y muchas mercancías costosas. Él, tenía el sueño de convertirse en el hombre más rico y poderoso del lugar, tanto así, que decidió vender su propia alma al diablo.
Su deseo fue concedido y al poco tiempo se convirtió en el hombre más rico y poderoso de San Ignacio, presumiendo sus lujos y tierras, pero el precio sería alto.
Una versión de la leyenda cuenta que cuando fallece sus familiares lo llevaban a enterrar al panteón del pueblo, pero antes de llegar, en medio del camino, un viento fuerte y estremecedor como ningún otro arrebata el féretro y lo arroja en la cima del cerro donde ahora se encuentra la capilla, sus familiares aterrados recordando lo que se decía sobre él, decidieron no mover el ataúd y en su lugar construir una capilla sobre él para protegerlo.
La otra versión narra, que aterrado por las consecuencias de su trato con el diablo, Don Bernardo decidió construir la capilla en medio del cerro, para que cuando el muriera pudiera descansar ahí y que el demonio no lo encontrará.
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Ahhhh pariente que cosas andabas haciendo
Jajaja. Si verdad. Y más por el apellido.